Sentimos miedo ante los cambios, ante los retos, ante situaciones que creemos no estar preparad@s.
Y esto es humano, es comprensible, y necesita que pueda ser atendido por nosotr@s.
Las personas que han sido educadas como hombres suelen tener más dificultad para identificar y nombrar el miedo, y toda la familia de emociones que la componen: inseguridad, incertidumbre, preocupación, inquietud, etc.
Yo hablo de miedo para simplificar, pero me refiero a todas esas emociones que de algún u otro modo nos agitan, inquietan, y predisponen para la lucha o huida.
En el curso para liberase del tabaco que estamos realizando estamos poniendo el foco en identificar esas emociones de la familia del miedo que dificultan llegar al objetivo, en este caso concreto de dejar de fumar.
Y claro, el miedo interfiere para decirte que te cuides, que te protejas, que lo que estás viendo supone un peligro para al menos una parte de ti. Y si, un peligro puede ser no saber qué hacer si vienen las ganas de fumar y ya no fumas, o puede ser sentir ansiedad y no tener el recurso del cigarrillo.
Por eso identificar, escuchar y atender las partes internas que sienten miedo será crucial para poder avanzar, tanto si tu objetivo es dejar de fumar, como si tu objetivo es aprender a decir que no.
Esta idea es suficientemente importante para dedicarle este artículo en el blog, la idea de identificar y cuidar los miedos. Tantas y tantas veces nos atascamos y enredamos en lo conocido, en las etapas o habilidades que ya no nos sirven o funcionan para este periodo nuevo de la vida, y tanto más nos ayudaría entrenar nuestra habilidad en identificar, reconocer y atender nuestros temores, inseguridades y miedos.
Te sugiero una práctica sencilla para irte introduciendo en este lugar donde habitan los miedos, es una práctica simple y fácil, como meter el pie en el río o el mar para conocer la temperatura del agua. No hace falta que te tires al río ni entres al mar, sólo que metas el pie, o la punta del pie.
Esta práctica consiste en identificar en tu cuerpo las sensaciones físicas de lo que llamamos miedo, temor, incertidumbre, tensión, inseguridad….
Localizas las sensaciones en tu cuerpo, imaginemos que sientes un nudo en el estómago, y reconoces que es un miedo, o angustia. Y entonces puedes poner tu mano en el estómago y decirte para ti misma/o “esto que siento es miedo” “esto que siento es angustia” “esto que siento es temor”. Y respiras esa sensación. Simplemente respiras.
Esta es la práctica a la que te invito desde aquí. Si te animas a hacerla compárteme tu experiencia. Compartir nos ayuda a consolidar los aprendizajes.
Buena práctica.
Un abrazo.
Sonia.